Aunque nacido en Valladolid, su apellido materno
nos recuerda que era nieto de Tomás Valarino y Gattorno, Conde de Santa Lucía y
propietario de la fábrica de cristal en el barrio del mismo nombre. Finalizados
sus estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid, ejerció su profesión en Albacete,
pero finalmente regresó a Cartagena donde sería nombrado Arquitecto Municipal en 1887
sustituyendo a Carlos Mancha. El rico comerciante Pedro Conesa Calderón lo
elegiría en 1889 para elaborar los planos de su mansión, conocida como Pasaje
Conesa en la Puerta de Murcia. No sería el único trabajo que realizaría para él
pues también diseñó el Castillito de los Dolores, concebido como casa de
muñecas para la nieta del Sr. Conesa.
Siguiendo cronológicamente, en 1894 daría
forma al desaparecido edificio de la institución benéfica “Tienda Asilo San
Pedro” en la calle Real. En 1900 se le encargó la construcción de las primeras
Escuelas Graduadas de España en la calle Gisbert, donde demostró su gran
maestría en el uso del ladrillo. Y precisamente ese mismo año se pondría la
primera piedra del nuevo y espectacular Ayuntamiento, proyecto para el que
contaría con la colaboración, entre otros, del arquitecto Francisco de Paula
Oliver Rolandi. No es exagerado decir que gracias a Tomás Rico nuestra ciudad
puede vanagloriarse de poseer uno de los Palacios Consistoriales más bonitos de
España. Siguiendo con obra pública, suya sería la amplia Pescadería ubicada en
la calle Real frente al entonces Penal o Prisión de Penas Aflictivas, que hoy
todavía conserva su fachada.
Pero el encargo más importante le iba a llegar en 1909 de la mano de Celestino Martínez, magnate local a quien ya le había construido en 1900 su espléndida casa de la plaza de la Merced. Éste le encarga la realización del Gran Hotel, monumental inmueble cuya construcción se vería afectada por la muerte en primer lugar de Celestino en 1911 y del propio Rico en 1912. Ante esta tesitura los herederos del Sr. Martínez deciden encargarle la obra a Víctor Beltrí, con quien Rico había colaborado en varios proyectos, y que le daría su sello personal al edificio que fue finalmente inaugurado en 1916.
Precisamente a Víctor Beltrí y al también arquitecto José Conesa, les correspondió en el sepelio de Tomás Rico el honor de portar una de las cuatro cintas que pendían del féretro. Las otras dos fueron llevadas por profesores de la Escuela Superior de Industria de Cartagena de la que el finado era Catedrático Emérito. Muestra de su entrega a nuestra ciudad es este interesante comentario de la prensa local que decía que “la terrible enfermedad que lo ha arrebatado al cariño de los suyos la contrajo con motivo de un urgente trabajo municipal que lo obligó a permanecer en su oficina veinticuatro horas seguidas”.
Juan Ignacio Ferrández
Presidente de la Comisión Beltrí 2012
Artículo publicado en el Diario La Opinión
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